Milutin Tesla, su padre, era un clérigo ortodoxo que quería en locura a sus hijos pero al mismo tiempo mantenía una disciplina muy dura con ellos. Su madre, Djuka, a pesar de su analfabetismo tenía una memoria pródiga y también tenía una mente muy hábil en la construcción de inventos para el uso doméstico, lo cual le influenció mucho al carácter inventivo e ingenioso de su hijo Nikola. En este entorno no era de extrañar que de muy joven desarrollase una hambre por la ciencia y así empezó a experimentar con insectos y algunos artefactos que iba haciendo. A los 12 años ya se había leído todas las lecturas disponibles de su comunidad y con su memoria fotográfica obtuvo todos los datos suficientes para adentrarse por completo en el mundo de las ciencia.
Por desgracia, en su juventud tenía mucha facilidad para padecer problemas de salud, los cuales lo frenaban para desarrollar su genialidad.
Sus padres, al ser conscientes de la delicada salud de su hijo, querían que ingresara en un seminario ortodoxo, donde podría seguir la carrera eclesiástica de su padre y a la vez ser atendido de manera adecuada. Pero Nikola no quiso y en vez de ello hizo prometer a su padre que si sobrevivía a los males que le dejaran hacer una ingeniería sin que este se quejara.
Desde los 12 años, Nikola tesla sorprendía a sus maestros de la avanzada capacidad para las matemáticas.
Después de conseguir entrar en la carrera de ingeniería, Tesla volvió a tener problemas de salud que le hicieron regresar a su hogar paterno.
Al poco tiempo, fue excusado del servicio militar gracias a su padre que influenció en ello.
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